sábado, 10 de agosto de 2013

Recuerdos del ayer: El palanganero.


Palanganero de hierro. Colección Adolfo Álvarez.
El palanganero junto otros objetos o maquinarias coleccionadas por Adolfo.

En museos etnográficos que he visitado, o en colecciones de objetos antiguos que tienen algunas personas,  me han llamado la atención los palanganeros, sobre todo aquellos que son más antiguos y que destacan por su sencillez. Y es que en Joarilla, en el patio o corral de casa, durante el verano, había siempre un palanganero, parecido al que encabeza este escrito.
Estaba allí, bajo la parra, preparado siempre para prestar su servicio, poder lavarse las manos, o la cara, los de casa, e incluso los foráneos, cuando fuese preciso y necesario. A su lado un cántaro o jarrón con agua limpia y, no lejos, el cubo para la sucia, aunque a veces ésta se arrojaba directamente al corral. Por entonces la situación era completamente distinta.
Había otro palanganero, de madera y más elegante, en el dormitorio, que se usaba durante todo el año más que en el verano. Y es que gran parte del tiempo, en esta estación, se pasaba fuera de la vivienda, en patios, portalones u otros lugares frescos y agradables, sobre todo por las mañanas y cuando el sol ya está a punto de ponerse.

Palanganero de madera. Museo etnográfico de Sta. Eulalia.
Como vemos en las imágenes, el palanganero es un mueble de hierro o de madera, de unos 85 centímetros de altura, por lo común de tres pies. En el cerco superior del mismo se coloca la palangana o palancana, también denominada jofaina, y que no es  más que una vasija de gran diámetro y poca profundidad. Esta vasija puede ser de loza o de metal y algunas disponen de agujero con tapón por donde cae el agua al cubo colocado debajo.
En el lugar donde encaja la palangana suele haber dos asas para colocar las toallas, y no falta tampoco un recipiente para el jabón. Había y hay palanganeros muy elegantes y sofisticados, con todas sus piezas de lujo y de gran valor.

Antiguo palanganero. Museo de Sta Eulalia de Tábara.
Pero en Joarilla se usaba más el del patio que, sin ser de lujo, prestaba un gran servicio. Además era portátil y de fácil traslado a otro espacio de la casa. Pero se pasaba casi todo el verano allí, debajo de la parra de Jerez, parra que todavía existe, a punto de cumplir los 80. El patio se regaba con frecuencia para que estuviese más fresco. Y todos los días, por la mañana, después de levantarse de la cama, allí estaba el palanganero dispuesto a prestar su servicio. Verlo allí era indicio o señal de buen tiempo. Recordarlo en la  actualidad es también indicio o señal del paso del tiempo.
En todas las casas había palanganeros como éste o parecidos, dentro o fuera de los domicilios. Y a su lado no faltaban los recipientes con el agua, traída del caño o fuente más cercana. Eran otros tiempos, cuando todavía el agua corriente y los servicios de la fontanería estaban lejos de llegar a los pequeños pueblos, un tanto alejados de la ciudad.
Era y es una triste realidad el que a las localidades pequeñas y con poca población, todo ha llegado y llega más tarde, y con retraso, por más que, tanto los derechos como las obligaciones deben ser los mismos para todos los ciudadanos. Y es que, aunque el motivo haya sido o sea económico, también depende, en parte, de quienes, con mayor o menor sensibilidad, estén al frente o administren dicha economía,