miércoles, 5 de enero de 2011

Tan, tan, ya vienen los Reyes...


Momento de la Huida a Egipto en la representación del año 1956.

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Los Reyes Magos, con sus pajes, al comenzar la representación, en el año 1953. Caminaban cantando lo siguiente:
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Los tres reyes árabes emprenden,
una marcha, alegres y contentos,
deseando llegar, al momento,
a quien buscan llegar a encontrar.
Van en busca del Rey de los cielos,
del eterno Hijo de Dios Padre,
que ha nacido de una Virgen Madre,
¡Oh¡ prodigio, digno de admirar...
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Pregonero y alguacil ante el rey Herodes con su paje al lado. Año 1956.
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Los tres Reyes ante Herodes junto a su palacio. Representación del año 1953.
Herodes les dice: ¿Tres reyes de la Arabia? ¿Cómo se entiende, de la Arabia o de la rabia?
La rabia será la mía, pues ¿qué pretenden esos reyes extranjeros entre la gente judía?......
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Mujeres que hicieron de lloronas, por la matanza de sus hijos, en la representación del año 1955.
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El rey Herodes y su paje en el año 1954.
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En la imagen los que hicieron de reyes y cura en el año 1959.
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"Tan, tan, ya vienen los Reyes..." es el título y primer verso de un villancico de Navidad que se oía mucho al acercarse el seis de enero, festividad de los Reyes Magos. Y es que antiguamente, por la década de 1950 y 1960, se vivía más intensamente esta tradición. Lo del papa Noel aún no había llegado ni se conocía en Joarilla.
En este día había mucha fiesta y más si se representaba el auto de los Reyes Magos, como solía hacerse casi todos los años.
-Fiesta mágica y muy esperada por los niños. La víspera se preocupaban de colocar los zapatos, bien limpios, en las ventanas que daban a la calle y que había que dejar, durante la noche, un poco abiertas. Estábamos seguros de que iban a pasar por allí los Reyes y dejarían los regalos. Los niños se acostaban temprano y durante la noche, entre sueños o despiertos, oían ruidos de caballos, que pasaban por la calle. Y hasta se imaginaban la escalera colocada en las ventanas para subir y depositar dichos regalos.
-Y también mucha fiesta para todos los demás, pues, después de la misa, solía representarse “los Reyes”, poniendo en escena los momentos más destacados en relación con este tema evangélico. Durante varios días, jóvenes y algunos mayores, se habían preparado para ello, ensayando como actores que representaban a los dsitintos personajes.
Unos hacían de Melchor, Gaspar y Baltasar, vestidos a la antigua, con sus respectivos pajes y cada uno con su caballo; otro hacía de rey Herodes; había también doctores de la ley, conocedores como nadie de las Sagradas Escrituras.
Por supuesto que no faltaba el portal el Belén a donde se habían instalado san José, la Virgen María y el Niño Jesús, y a donde llegarían los Reyes para adorar al Niño y ofrecerle oro, incienso y mirra. Ni faltaba el ángel, que informó a los Reyes de que se alejasen de Herodes, pues quería asesinarlo.
Precisamente, una de las escenas que más sorprendía a todos por su crueldad era la matanza de los inocentes. Se trataba de unas madres con sus niños en los brazos (en este caso muñecos y muñecas), que se lamentaban y lloraban su muerte.
Y durante la representación también había quien hacía de alguacil y pregonero.
La plaza Mayor se llenaba de gente, no solamente del pueblo, sino también de los pueblos vecinos. Por entonces, la población era mucho mayor.
Y todos disfrutaban y vivían intensamente esta tradición religiosa. Era otra la forma de vida y las costumbres. Y aunque, en la actualidad, se goce de mayor libertad, progreso, educación y cultura, debemos respetar la tradición, como testimonio del pasado.
Antes y después de la representación se cantaban villancicos populares y, en este día de Reyes, el que más se oía era este:
Tan, tan, ya vienen los Reyes,
tan, tan, Melchor y Gaspar,
tan, tan, les sigue un negrito
que todos le llaman el rey Baltasar.

Tan, tan,les sigue una estrella,
tan, tan, la vieron llegar,
tan, tan, junto a un portalito,
donde ha nacido el Rey celestial.
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Fotografías tomadas del libro:
Pérez Mencía, Emiliano. "La Cordera y los Reyes. La Navidad en Joarilla de las Matas". Benavente, 2003.