martes, 29 de junio de 2010

La Dehesa

Hace unos días visité en compañía del amigo José Luis, el hijo de Amón y de Gloria, la Dehesa. Quería conocer in situ, cómo estaba el lugar, ver lo qué se conservaba de la casa o casas, del estanque, de la bodega, de la fuente y del huerto, y también de las viñas y árboles que las rodeaban.
Al haber pasado tantos años sin acercarme por allí, la situación en que se encuentra todo me ha sorprendido, pues el cambio sufrido ha sido grande, motivado en parte por la concentración parcelaria, las ventas y reventas de unos y de otros, unido todo ello al antiguo abandono que acabó con casas y con todo lo demás que formaba parte de la antigua propiedad.
Restos de la casa y demás dependencias hace años, ante de realizarse la concentración parcelaria.
Lugar en el que se encontraba la casa, y restos de la misma en el mes de Junio del año 2010.

De la antigua Dehesa podemos decir que no queda más que el recuerdo para los que vivieron en tiempos pasados. Ahora todos son campos de trigo o cebada, incluso el lugar en que estaba la casa, el estanque y la bodega. Y también parte de las viñas, descepadas unas y otras convertidas en eriales. Tan sólo pude ver la fuente y el huerto, que son precisamente propiedad de José Luis y que él mismo cultiva y mantiene en buen estado.
Vista del valle con agua durante todo el año, procedente de los desagües de los regadíos.
Caño de agua que pasa por el centro del valle.
José Luis junto a la fuente de la Dehesa, lo único que se conserva de ella.

Sobre la fuente y el huerto, que están cerca del valle, se encontraba la bodega y en la parte superior la casa, mejor la casona, pues se parecía más a esto, por las numerosas dependencias y servicios que tenía: amplias habitaciones, cocinas, cuartos de baño al modo antiguo, salones, etc. Construida en gran parte con ladrillo, en el interior no faltaban los baldosines en las paredes de algunas habitaciones, ni las baldosas en el pavimento. Contaba con un amplio patio interior y su entorno había cocheras y cuadras.
Sobre el tejado de la misma destacaba una tronera que hacía de mirador. Desde ella se contemplaba toda la posesión, pues además disponía de ventanas orientadas hacia los cuatro puntos cardinales.
Cuando la Dehesa pasó a ser propiedad de los vecinos de Joarilla (lo comentaré otro día) el guarda del campo subía con frecuencia al mirador y desde allí podía ver y conocer dónde se estaba cometiendo alguna infracción.
No lejos de la casa estaba el estanque, junto a un pozo con cuya agua se llenaba a través de un tubo a él conectado. El agua era ferruginosa y se decía que era buena, a pesar de su excesivo sabor a hierro. Además de para beber las personas y los animales, la utilizaban para regar y lavar aperos agrícolas. En el estanque también nos bañábamos algunas veces durante los meses de verano.
Lugar en el que estaba construido el estanque y el pozo de aguas ferruginosas que proporcinaba el agua.

Los caminos que conducían a las viñas estaban rodeados de árboles frutales de perucos, peras, manzanas, guindas, etc., aunque había también almendros y algún acerolo. Todos los que pasaba por allí probaban la fruta, procurando no ser visto por el guarda, que podía encontrarse en la tronera de la casa.
Ahora a penas hay árboles, ni camino para pasar, ni restos de aquella edificación, tipo cuadras o almacén, que estaba en la zona de las viñas.
La Dehesa es una extensa propiedad (más de 700 hectáreas) que fue comprada por el pueblo de Joarilla a Doña Pando Valdés, viuda de D. Domingo Díaz Caneja, en el año 1932. Se denominaba Dehesa de la Aldea de Santiago. Esto dice Luis Miguel Bajo en su breve historia del pueblo, y lo expresa muy bien la fotografía.
Vecinos de Joarilla asitiendo a la firma de compra de la Dehesa en uno de los salones de que disponía la antigua casa. (Año 1932)

Casi todos los vecinos tenían alguna parcela en dicho lugar, no sólo para siembra, sino también de viñedo, que por cierto producía uva de mucha calidad.
Después llegaron las concentraciones, los cambios en las propiedades y en la forma de vida y costumbres y de la antigua Dehesa solamente nos queda el recuerdo.