viernes, 26 de marzo de 2010

Palomares.


El palomar es una construcción típica de Castilla y León y son abundantes en casi todas sus provincias, comarcas y pueblos. Pero principalmente en la Tierra de Campos y el Páramo Leonés. La verdad es que en Joarilla también había muchos palomares, pero son pocos los que aún perduran. Los materiales con los que, en principio, estaban construidos (adobe y tapial), el paso del tiempo y el abandono los ha hecho desaparecer.
Al ser edificios singulares or su arquitectura tradicional y popular, las Instituciones se han preocupado de ellos y han concedido ayudas a sus propietarios para que muchos de ellos hayan podido ser recuperados, sobre todo aquellos que tenían un mayor interés.
Los palomares presentan formas diversas: cuadrados, rectangulares, hexagonales, circulares, etc.; con patio y sin patio y con un solo tejado o varios, y a un agua o dos aguas, etc.
También se caracterizan por los adornos que tienen sobre su tejado o su cumbre, realizados casi siempre con ladrillos.


Palomar del Secretario, D. Epigmenio, hoy de otro propietario.

El de mayor tamaño, y uno de los más elegantes y mejor conservados en Joarilla, es el que llamábamos el palomar del Secretario (D. Epigmenio). Todavía se puede ver y admirar, pues el nuevo propietario lo mantiene en buen estado. Está cerca de las Eras y bandadas de palomas salían del mismo todos los días en busca de comida, cuando antiguamente se trillaba y eran muchos los montones y parvas con cereales que había por allí cerca.
Cerca de la Poza están los palomares de Antonia (Hoy de Moisés) y del Sr. Félix, este, junto a un pozo artesiano en la misma finca y al que acudía mucha gente a por agua, pues salía fresca y era de buena calidad. De ellos siguen saliendo palomas en busca de comida por los barriales, y a beber agua en el Reguero que está muy cerca.



Palomares del señor Félix y de Antonia, cerca de La Poza y de las bodegas del camino de Gordaliza.

En el Prado de Abajo también hay dos palomares, el de Fabio y el de Máximo. Así decíamos y así seguirán diciendo, pues se les nombra según quienes sean los propietarios de la tierra en la que están construidos. Estos también tienen cerca comida y bebida al estar muy cerca Valdelafuente, con agua que mana de una fuente y que corre por todo el valle.


Patio de la casa de Victor en la que está el palomar circular, cerca de Valdelafuente.



Palomar circular dentro del recinto de la huerta y casa de Victor.



Palomares de Fabio y de Máximo en el prado de Abajo.


A pocos metros, aunque dentro de una huerta, está el palomar de Victor, uno de los hijos del médico D. Florencio (ya fallecidos). Era de forma octogonal, de adobe y con patio interior. Ahira está pintado de blanco. Tenía siempre muchas palomas, que salían en bandadas por el prado y por las tierras que lo rodeaban.



Lo que queda del que fue el palomar de D. Pompeyo, cerca del Trébano.


Por supuesto que había más palomares, pero ya han desaparecido. Uno de ellos era el de D. Pompeyo, junto al trébano y cerca de la calle de El Chopo. Tampoco existía el del Sr. Eusebio cerca de los Manaderos, etc. Y ya más actual está el palomar de José Luis, detrás de su casa -chalet, al finalde las calle Las Cruces y en la misma tierra El Abrojal, de su propiedad. José luis tiene muchas palomas, como debe ser en un cazador, amante del campo y de la naturaleza en la que vive. Sobre palomas y caza escribiré en otra ocasión.

domingo, 7 de marzo de 2010

La Poza


La Poza se oculta entre juncales y demás vegetación durante el verano.

Junto al huerto del señor Luis, en el Valle o Prado de Arriba, cuando se llega a Joarilla viniendo de San Miguel de Montañán, se encuentra La Poza. Era como una pequeña laguna con agua durante todo el año, que recogía y por donde pasaban las aguas procedentes del citado valle en tiempo de lluvias, y cuando se producían riadas.
Las aguas pasaban por aquí y continuaban por el Reguero, bajo el puente y cerca de la Alameda. Seguían después por el Valle o Prado de Abajo hasta llegar al río Cea.
En la Poza se estancaba más el agua y duraba hasta el verano. Además decían, y así debe ocurrir, que, lo mismo que en los Manaderos, había allí también un manantial que contribuía a ello. Incluso el agua se utilizaba para regar alguno de los huertos que había en las proximidades.
A la Poza íbamos con frecuencia a pasar algunos ratos, sobre todo los domingos y días festivos, a merendar, pasear o simplemente a estar a la sombra de los chopos y cerca del frescor del agua. Y muchas veces a pescar, pues había peces, entre ellos alguna tenca. Y por supuesto también ranas, muchas ranas. A falta de piscinas, en el verano, también nos bañábamos en la Poza, lo mismo que se hacía en otras lagunas de pueblo
“Te espero en la Poza”. “Vamos hasta la Poza”. “Están por la Poza”, etc., eran frases o expresiones que se oían con frecuencia. Y, aunque la Poza era solamente el lugar concreto del manantial con laguna o charca, se entendía la frase como referida a toda la zona en la que estaba.
Era y siguen siendo, aunque con los cambios ligados al paso del tiempo, una zona verde y de expansión lo mismo que el Chopo, la Alameda, los Manaderos, el Trébano, Valdelafuente y algunos otros lugares de Joarilla.