miércoles, 24 de febrero de 2010

Los Manaderos


Los Manaderos están muy cerca de la Alameda.




Es una zona verde y húmeda durante todo el año.


Con este nombre nos referíamos siempre a una laguna que había muy cerca de la Alameda. Todavía sigue existiendo. Su agua provenía en su mayor parte de un manantial que había en el mismo lugar. Lo cierto es que, en los veranos de Joarilla, cuando todo se secaba, la zona de los manaderos se mantenía verde y todo ello se llenaba de juncias, juncos y demás vegetación acuática. Y la humedad llegaba también, cómo no, a las tierras próximas y hacía posible que hubiese algunos huertos por allí. Quienes los cultivaban obtenían buenas patatas, cebollas, berzas, pimientos, etc. Si la humedad no era suficiente se servían del agua de los Manaderos, o de pequeños pozos que excavados en el terreno.
De niños íbamos a jugar con frecuencia a la Alameda y algunas veces el balón llegaba hasta la laguna y había que descalzarse para cogerlo. Y muchas veces, a falta de río, nos bañábamos en las aguas estancadas del charco, lo mismo que se hacía en La Poza y en otras lagunas que había por el campo.
También se pescaba en los Manaderos, sobre todo ranas, con un palo o una caña y un hilo en cuyo extremo se ataba un trozo de trapo rojo. La rana se tragaba el engaño (el trapo) y se tiraba de ella para sacarla del agua. Además de ranas había tencas y otras especies de peces de pequeño tamaño.
Cuando llegaba el verano y el calor arreciaba, la zona de los manaderos era la más concurrida de toda la Alameda. Y es que era el sitio más fresco debido al agua y a la sombra de los chopos. Allí se quedaba con los amigos, para jugar o para merendar.
En la actualidad han cambiado las cosas, pues, aunque sigan los Manaderos, podemos decir que Joarilla cuenta casi con un río, aunque llamado como siempre el Reguero. Y es que no deja de correr agua por él durante todo el año, procedente del desagüe de los canales de riego realizados para el regadío de las tierras del sur de León y los Payuelos.
El agua desde el norte corre por el prado de arriba y por el de abajo hasta llegar al Cea, el río más próximo al pueblo.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Los lavaderos y el bebedero

Lugar que ocupaban antiguamente los lavaderos.


El pueblo de Joarilla está emplazado en una pequeña ladera, al menos así se advierte cuando desde las Eras vamos hacia la Plaza Mayor. También se nota si desde aquí nos dirigimos hacia el puente o a la Alameda.
Antes de llegar a este último lugar pasábamos por delante de los dos lavaderos (los de la ropa) y por el bebedero (donde abrevaban los animales).
Al no disponer de fotografías antiguas (me gustaría que si alguno las tiene me las enviase) voy a contar, solamente con palabras escritas, cómo eran y cómo se utilizaban los lavaderos. Reconozco que una sola imagen sería suficiente y suplantaría a todas estas palabras.
El agua bajaba hasta ellos por una cañería desde el pozo artesiano que había en la Plaza Mayor. Llegaba hasta un pequeño depósito que había en la parte alta, y desde allí salía hacia los lavaderos. Otra cañería llevaba el agua limpia hacía el bebedero.
El lavadero de la parte superior se utilizaba para aclarar la ropa. El agua pasaba de éste al otro que estaba más bajo y que era donde se lavaba a mano y con jabón. Algunas mujeres en lugar de estregar o refregar sobre el cemento llevaban una tabla para hacerlo. De éste, las aguas, ya más sucias, salían hacia el Reguero que hay cerca de la Alameda.
En la parte más baja se encontraba el bebedero a donde todos los días acudían con el ganado, vacas, mulas, machos, burros y algunos caballos, para que bebiesen agua, que solía estar limpia y clara, a nos ser que tardasen en limpiarlo. En este caso se veía sobre el agua, a veces, una especie de algas y otras suciedades.
Algunos días se llenaba de animales el entorno del bebedero esperando para poder beber. Era cuando llegaba la vacada después de haber estado comiendo durante el día en los distintos prados del campo.
Vacada (otro día escribiré sobre ello) se llamaba al conjunto de las vacas del pueblo ( en algunos lugares también englobaba a los demás animales) que alguien, contratado para ello, se encargaba de llevarlos a comer todos los días al campo. En Joarilla solían reunirse en el corral del ganado que había en Las Eras.
En la actualidad los lavaderos y el bebedero han desaparecido, como las vacas y demás ganado que había en el pueblo. Ahora son más las máquinas existentes que los animales y el agua sale del deposito de la Eras y llega canalizada a todas las casas. En las granjas tan sólo hay que abrir el grifo y con una manguera llenar los depósitos, para que beban los animales.
Jardín en la plaza donde estaban los lavaderos.

El lugar que ocupaban los lavaderos está urbanizado y hay un pequeño jardín con árboles y flores. Y también algunos bancos en donde los vecinos que lo deseen pueden sentarse y pasar momentos en animada tertulia.

domingo, 7 de febrero de 2010

Iglesia. Imágenes en el retablo mayor o central


Además de la imagen de Santo Tomás, el patrón del pueblo, que se encuentra incorporada al mismo retablo en su calle central y en la parte superior, hay otras imágenes, algunas de gran belleza, y también antigüedad, que están colocadas en la parte baja del retablo, aunque no pertenezcan al mismo. Está allí para la contemplación y admiración de todos.
Dos son Inmaculadas. Una de ellas, de madera, tiene tallado y pintado, de dorado, el sol, a su espalda. Nos recuerda o reproduce el pasaje del Apocalipsis, 12, 1, que dice: “Apareció en el cielo una señal grande, una mujer envuelta en el sol con la luna debajo de los pies y sobre la cabeza una corona de doce estrellas”.
La imagen puede ser del siglo XVI, tal vez donada por alguna persona, como muchas de ellas, y es más antigua que la otra, al menos posee una mayor simbología. (Seguro que en el archivo parroquial hay más datos que incorporaremos a este blog, tan pronto como sea posible). Muchos vecinos desconocen este detalle de la imagen, porque lógicamente no se expone por la parte de atrás.
Virgen con el Niño.
El sol tallado y pintado en la parte de atrás de la imagen anterior.
La misma imagen vista de lado.

La otra, también es Inmaculada y responde más a las características de este tipo de imágenes del siglo XVII. Aparece a sus pies la serpiente y la luna, atributos que responden al texto del Génesis 3, 15 cuando dijo Dios a la serpiente: “Pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer y entre tu linaje y el suyo; éste te aplastará la cabeza y tú le acecharás el calcañal ".
Inmaculada del siglo XVII.

Destacan también los dos bustos relicarios de las conocidas, según la Leyenda Dorada, como santa Úrsula y las Once Mil Vírgenes, pues parece ser que fueron once mil las martirizadas en el siglo III junto con ella.
Son tallas de estilo renacentista decoradas con collares, peinados y tocados de gran belleza.

jueves, 4 de febrero de 2010

La Fragua del 'tió' José.


Puente sobre el arroyo a la entrada de Joarilla.



La fragua del señor José, vista desde el puente.


La calle y la fragua con la torre de la iglesia al fondo.


A la entrada de Joarilla,
lo primero que se ve,
es la fábrica de alcoholes
y la fragua el 'tió' José.

Efectivamente así es, tal y como lo reflejan estos versos que fueron y son, desde hace ya tiempo, una estrofa más de las que se cantan en la Chaparrilla, la ronda que se celebra el segundo día de la fiesta de los Pastores, después de cenar todos juntos el borro o cordero que se corrió, por la mañana, por las calles del pueblo.
Una vez pasado el puente, cuando se llega a Joarilla viniendo de Valdespino o de Sahagún, hacia el medio de la calle de la parte izquierda, se encontraba la fragua. Era un local de planta baja, construido con tapial y adobe y con tejado a un agua, hacia la misma calle. Tenía una ventana que casi siempre estaba cerrada.
En su interior, como en todas las fraguas populares de entonces, estaba el horno y sobre él un fuelle para dar aire y ayudar a la combustión del carbón con el que calentar el hierro para trabajar con él. Y no lejos del horno y del fuelle, el yunque sobre el que, con ayuda de grandes martillos, el Sr. José doblegaba a su antojo el hierro incandescente, para elaborar diversas piezas u objetos, unos para uso doméstico: trébedes, badiles, tenazas, etc., y otros para la agricultura: rejas, mazos, picos, etc.
Horno parecido al que tenía el señor José en su fragua.
Herramientas de un herrero de Benavente. Así eran las utilizadas por el señor José.
En la fragua y junto al horno tenía el yunque.

Una de las piezas que más hacía eran herraduras para las vacas, machos, mulas, burros y algún caballo. Y es que el Sr. José en lo que más trabajaba era en herrar al ganado. Allí, delante de la fragua, ya casi en el plantío, y a la sombra de los chopos, estaba el potro, por el que pasaban todas las vacas y demás ganado del pueblo que necesitase cambiar sus herraduras.
Y para herrar no faltaban las herraduras de mulas, machos y también vacas.
Ni le faltaba el martillo, los clavos, el pujabante y las tenazas.
Y herraba en un potro parecido a este de Pozuelo de Vidriales, un pueblo de Los Valles de Benavente.

Cuando íbamos a la alameda, nos gustaba acercarnos a la fragua y ver cómo el señor José, con sus manos y su cara negras por el carbón, golpeaba con fuerza sobre el yunque produciendo un gran ruido. O verle herrando las vacas con gran destreza y rapidez. Conocía a la perfección su oficio y lo desempeñaba al gusto de todos.
El señor José y la señora.Ángeles tuvieron varios hijos: Mundo. Honorino, Baudilia, Nano y Pepa. Al morir, fue Mundo el que siguió un tiempo con el oficio de su padre. Los demás se dedicaron a otros trabajos, en el pueblo o emigrando a otros lugares.
Siempre había gente en la fragua. Y no solamente para verlo trabajar, sino para pasar el rato charlando entre sí y con él, pues era de amena conversación, no exenta de gracias y chascarrillos. Prueba de ello es que se le daba bien decir e incluso crear refranes, y también componer versos. De hecho a su imaginación poética se deben muchas de las estrofas de la Chaparrilla para la fiesta de Los Pastores, y de los refranes que los mozos recitaban por san Antón.
En la actualidad no hay vacas, mulas, machos, burros ni caballos para trabajar en el campo, ni existe una fragua como la del Sr. José, que he querido recordar y hacer presente a través de este breve comentario.